Broche de oro al
milenio en Cali
(Publicada por El Tiempo edición
nacional)
Jorge Arturo Díaz Reyes
El encierro español de Torrestrella
pasó ayer 31 de diciembre de 1999, como un vendaval de bravura por el
ruedo de Cañaveralejo. Seis toros seis, negros (algunos berrendos), con edad,
545 kilos de promedio, bien armados y de bella lámina, salieron de toriles como
a comerse al mundo, con ímpetu, prontitud, codicia, y nobleza no exenta de
fiereza.
Nobles, no pastueños. Con
raza. Todos pelearon bien en varas, todos persiguieron los banderilleros y
todos pusieron en aprietos a los toreros, que a pesar del orejerío concedido
(10, dos simbólicas), se vieron a gatas para no entrar en el tópico de que los
toros buenos descubren a los toreros malos. !Cómo repetían, al galope! !Como
planeaban, en el giro para embestir de nuevo! !Como dieron la pelea, siempre en
los medios! !Cómo se resistieron a morir, en la boca de riego!
Todos aplaudidos con furor en
el arrastre, a tres se les dio la vuelta, y el último “Aguita” fue indultado
quizá cómo un homenaje a todo el encierro. Con su trapío y juego en el primer
tercio, enaltecieron la casta vazqueña, con su bravura y fiera nobleza en toda
la lidia honraron la casta Vistahermosa. No fueron el sueño del torero pues
tenían mucha presencia y genio, pero si fueron el sueño del aficionado y del
ganadero. !Qué fiesta pendieron en la plaza, llena y delirante hasta las banderas!
!Que bella manera de despedir el año, el siglo y el milenio.
Cuando dobló el quinto, por
el estoconazo de Juan Bautista, eran
las seis de la tarde en Cali, y las 12 de la noche en España. Todos los toreros
españoles se abrazaron emocionados en el callejón deseándose feliz año. "El Juli", de azul y oro, con
toda su familia que le acompaño, y los demás, los que asistieron en traje de
calle, como espectadores, se les unieron en el abrazo y en la emoción.
Cuando Paco Perlaza simuló, con la mano, la muerte del sexto “Agüita” (indultado), había caído la
noche, las luces artificiales iluminaban el ruedo, y en los tendidos
pletóricos, se abrían botellas de champán, se abrazaba, se besaba y se bailaba,
parecía como si todas los dolores de la guerra se hubieran olvidado. !Qué
fiesta! La fiesta brava.
Sí, brava de verdad, ayer en
Cañaveralejo, que se había vestido de gala para la histórica ocasión, con guirnaldas
y ramos de flores en las barreras. Al terminar, en el cielo ya negro, floreció
la pirotecnia. El veterano matador y director de la Escuela Taurina, Enrique
Calvo "El Cali", en el callejón, con los ojos encharcados, recibía
parabienes por su aventajado alumno, pero también por el toreo, por todo el
toreo, por el toro bravo, por la fiesta.
A hombros por la puerta Señor
de Los Cristales, que no se abre sino para los matadores que han cortado dos
orejas en un toro, iban los tres mozalbetes, "El Juli", Juan
Bautista y Paco Perlaza. Entre
los tres suman 54 años, once menos de los que tiene el Faraón de Camas".
Con el trío de precoces, iba, también, en guando, iban exultantes los
empresarios Eduardo Estela y Mario Posada. !Cuanta felicidad denunciaba su
rostro! !Imagínense ustedes! los empresario a hombros, con los toreros triunfadores,
por la puerta grande.
En los 43 años de la plaza, no
hubo un encierro más bravo, ni una celebración más significativa. El segundo
milenio de la era cristiana ha tenido digno cierre.
Ficha del festejo:
Cañaveralejo, sol y calor. Lleno total. Seis toros españoles de Torrestrella,
bien presentados, bravos y nobles, todos alaudidos al 1º, 3 y 4º vuelta al
ruedo, 6º "Agüita" indultado. “El Juli”, oreja y dos
orejas. Juan Bautista Jalaberth, dos
orejas y dos orejas simbólicas. Paco Perlaza, oreja y dos orejas
simbólicas.
Incidencias: Tras
la corrida, salieron a hombros por la Puerta
Señor de los Cristales, el mayoral, los tres matadores y los empresarios Eduardo estela y Mario Posada.
Jorge
Arturo Díaz Reyes, Cali I 1º de 2000